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Inesperadamente intercedió por mi. Me impactó desde el inicio, pero no impedi que hiciera lo que inevitablemente iba a intentar.

Hilaba ideas e intermitentemente imitaba los dichos de la ingrata, y digo ingrata no por intentar insultar sino porque infiero que indudablemente hizo de sí misma una intensa intromisión.

Míralos, vívidos, impacibles, intentando disuadir lo ineludible. Inspirados incitando las miradas que sigilosos intercambian.

Invocando a las musas que intentarán dictar el itinerario por el intrincado camino de lo ignoto.


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