Hola:
Escribo estas líneas para develar lo que por días, semanas, meses, años, nos ha sido más que evidente.
Lo he visto en tus ojos y he visto que tú lo ves en los míos.
Apenas si hemos hablado.
“Buenas tardes” me has dicho con esa sonrisa perlada que ilumina mis días.
Realmente me molestan los amores imposibles, no soporto las historias como Romeo y Julieta… me provocan prurito.
¡No! He dicho. No seré uno más de la lista de amores imposibles, así que apelaré a tu madurez, pues percibo que eres muy madura. ¿Crees que lo nuestro es posible?
Sé que nuestros roles en esta sociedad ya contrarían nuestras intenciones. Tú, tan dueña de tí misma, tan señora de tu casa, tan fresca y a la vez tan cálida. Qué afortunado soy de haber encontrado a la mejor bibliotecaria del mundo. Ahora que asisto a diario a la biblioteca, nuestras miradas buscan cualquier pretexto para cruzarse. No me equivoco.
Sólo exijo que seas sincera… tan sincera como puedas, así como yo lo soy… tan sincero como a mis seis años de vida puedo serlo.